"La Caja Negra"
Un cúmulo de circunstancias me condujeron a Pablo. Tantas fueron, que estoy seguro que el encuentro se hubiese producido más tarde o más temprano, aunque el detonante definitivo fue la brutal comparativa publicada en Rock De Lux, en que le describían como "el eslabón perdido entre Nacho Vegas y Fasenuova". Lo de “folk industrial” también me parecía una etiqueta muy bestia. A través del brillante discurso sociológico de Pablo más tarde me di cuenta que el folk asturiano no puede ser otra cosa que industrial. Pablo reivindica tanto la tonada asturiana de Juanín de Mieres como la neopsicodelia drónica de Spacemen 3, bajo una etiqueta que él define como asturpsicodelia. Folclore al borde de diversos abismos.
Al escuchar su primer disco, "Animal con parachoques", el solo grito de "ahora soy un animal" en "Pupilas dilatadas de ira", terminó por hacerme volver una y otra vez a esta colección de canciones. Tanto que me vi en la obligación moral de comprar el disco. No he dejado de escucharlo desde entonces. Se ha convertido en uno de esos discos que resultan importantes en la vida de uno, donde encontrar consuelo y comprensión, donde hallar esa sabiduría existencial que sólo los buenos escritores de canciones pueden revelar. Además, había un humor tan nuestro, tan asturiano, en esas canciones de desamor, violencia y rencor, que recomendé el disco una y otra vez a quien quiso hacerme caso.
Pablo no paraba (ni para) de dar conciertos, así que el 9 de febrero del presente año decidí ir a verle al concierto que daba en La Caja Negra de Oviedo. Iba acompañado de dos buenos amigos y algunas dudas. Es lo que sucede cuando un disco se convierte en algo importante para ti. La incertidumbre más acuciante era si Pablo sería un insufrible capullo. Cabía la posibilidad, claro está. Mis amigos y yo nos las arreglamos para llegar a La Caja Negra un buen rato antes de que el local estuviese abierto. Haciendo tiempo en la calle, tuvimos la oportunidad de verle llegar. Alto, delgado, con un abrigo largo y gris, zapatos de punta y bigote. Pasó a nuestro lado sin hacernos caso. Volvió a salir, nos preguntó, con la timidez de la persona un poco despistada, pero con el tono alto y claro del paisano que sabe lo que quiere, si teníamos tabaco, y ante nuestra negativa, se marchó, tropezando con el bordillo de la acera. Este pequeño detalle, este desliz que estoy seguro que él ni siquiera recuerda, fue capaz de disipar mis temores. Algo más tarde, Pablo nos invitó a entrar, ya que éramos los primeros, y así poder tomarnos algo en ver de esperar al frío. Bien.
La siguiente duda era, ¿cómo sería la traducción al directo de las canciones de Pablo? Lo cierto es que la interpretación que hizo de sus canciones fue muy distinta a la tensa violencia que define el disco. Con su guitarra, su micro de contacto, su pedal de loops, algún que otro cacharro más, y con el único maquillaje de dos manchas pintadas en la cara con un corcho de vino, Pablo soportaba todo el peso del directo, con una desnudez en la que quise ver algo de valentía. Cuando escuché el roncón de esa tonada al desamor que es "Extranjera", le dije a la amiga que me acompañaba: "me siento más identificado con esta canción que la hostia, escucha". Aquella versión de "Extranjera", fue mínima, contenida, serena. Al acabar, mi amiga supo de qué hablaba. Nos reímos mucho con "El mal", un tema más movido que, con apenas cuatro frases hace una verdadera descripción de lo que un hombre con pareja reconocería como El Mal. Igualmente minimalista sonó "Pierde los dientes España", en una versión menos caústica de un tema de por sí desolador acerca de esa mujer abusada llamada España. "Golpeadme" fue otro de los puntos álgidos de la noche, con el mismo minimalismo y dramatismo sereno que "Extranjera".
La siguiente duda era, ¿cómo sería la traducción al directo de las canciones de Pablo? Lo cierto es que la interpretación que hizo de sus canciones fue muy distinta a la tensa violencia que define el disco. Con su guitarra, su micro de contacto, su pedal de loops, algún que otro cacharro más, y con el único maquillaje de dos manchas pintadas en la cara con un corcho de vino, Pablo soportaba todo el peso del directo, con una desnudez en la que quise ver algo de valentía. Cuando escuché el roncón de esa tonada al desamor que es "Extranjera", le dije a la amiga que me acompañaba: "me siento más identificado con esta canción que la hostia, escucha". Aquella versión de "Extranjera", fue mínima, contenida, serena. Al acabar, mi amiga supo de qué hablaba. Nos reímos mucho con "El mal", un tema más movido que, con apenas cuatro frases hace una verdadera descripción de lo que un hombre con pareja reconocería como El Mal. Igualmente minimalista sonó "Pierde los dientes España", en una versión menos caústica de un tema de por sí desolador acerca de esa mujer abusada llamada España. "Golpeadme" fue otro de los puntos álgidos de la noche, con el mismo minimalismo y dramatismo sereno que "Extranjera".
En principio, Pablo nos iba a remitir el concierto por email a todos los asistentes. Algo salió mal, y yo no recibí el mío. Le escribí y le hablé de Truco Espárrago, y le dije que, si algún día quería editar algún trabajo pequeñito, un directo o algo especial, podíamos hacerlo juntos. Quedé con él un día en Gijón y tomamos un cafetín. Hablamos mucho rato, Pablo me contó que el de La Caja había sido el mejor concierto que había dado en cuanto a asistencia y muchas otras cosas, así que decidimos publicarlo. Y lo haríamos limitando el número de copias al número de asistentes al mismo. Quiero ver en ello una especie de reconocimiento, pero también de denuncia.
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“La Caja Negra” se presenta en una cassette profesional con portada de Igor Casayjardin y 6 canciones y 36 minutos de música, en una edición limitada a 53 copias. Incluye además una cuartilla con un poema de Pablo. La cinta se puede conseguir por 6,75€ euros (gastos de envío incluidos).
Haz tu pedido / Order: trucoesparrago [at] hotmail [dot] com